Los de mi generación bien podríamos haber sido descendientes de aquellos muchachos, los que vivían en los orfanatos en tiempos de la postguerra... y es aquí donde creo tener un buen pretexto para hablar de Paracuellos.
Pues allí es donde llevaban a los niños desamparados por los estragos de la Guerra Civil Española, bien porque se habían quedado sin parientes o porque los familiares no podían mantenerlos. Eran los huérfanos de "rojos" fusilados por aquellos que ahora les ofrecían techo y comida.
Paracuellos, es una de las obras más destacadas del historietista Carlos Giménez, y lo más significativo de estos relatos es que están basados en hechos reales.
Carlos Giménez nos recuerda una etapa de su vida, nos descubre su experiencia en aquellos años que el franquismo nos intentó ocultar. Explica la crueldad de aquellos curas e instructores, monjas, enfermeras y celadores, que preparaban con una severa y rígida disciplina a "los españoles del futuro".
El autor nos transmite esa frustración y mucha rabia, representada en los niños de estos Hogares del Auxilio Social, donde se refleja la añoranza, el hambre y la depresión, el sometimiento a maltratos y humillaciones, y ese instinto de supervivencia que desembocaba en frecuentes peleas y enfrentamientos.
Sin embargo, se reforzaban otros valores ya fuese por interés o amistad, pues algunos niños se protegían entre ellos fortaleciéndose unos invisibles lazos de compañerismo y hermandad.
Fue a mediados de los años 70, cuando un adulto Carlos Giménez empezó a hilvanar esas historias de Paracuellos. Material no le faltaba, pues tenía en su poder la documentación adecuada; cartas, fotos y recortes de periódicos que durante años había guardado... pero serían sus propios recuerdos, sumados a los de esos amigos y compañeros que habían convivido juntos, quienes nos dan un testimonio cruel de un país deshumanizado y corrupto.
Y es el que el proceso habitual, no iba más allá de una reunión con los antiguos colegas. Con la aportación de una simple grabadora, el café, las cervezas o los cubatas, y sin que falten unas almendritas. Poder disfrutar de un tapeo conversando entre amigos, dar rienda suelta a todas esas anécdotas de la niñez, esa charla desenfadada y tan característica de las personas, que han compartido una parte trascendental de la vida como es la infancia.
Permitirme un inciso, pues quería reflejar un vínculo con esta historia que os estoy contando, aunque sea por el mero hecho de coincidir mi infancia, con el período en que se empezó a producir la serie de Paracuellos.
Y es que los niños de mi generación, también sufrimos importantes sucesos en los años 70. Uno de los cambios más influyentes de nuestra época, lo vivimos con la Transición Española (el intento fallido de Golpe de Estado del 23F se quedó en un susto), también estoy seguro que muchos de nosotros, recordaremos esos días de luto por la muerte del dictador Franco. Y con la inocencia característica de nuestra tierna edad, lo más probable es que fuésemos de los primeros... en percibir algo positivo de semejante acontecimiento.
Como igual de positivo fue el reencuentro con mis compañeros de la escuela, ¡¡¡después de más de treinta años!!! Desconozco porque tardamos tanto tiempo en reunirnos, pero si creo que eso lo hizo más especial.
Muchos de nosotros apenas habíamos mantenido contacto después de tantos años, y sin embargo una vez superado el corte inicial, nos dejamos llevar por la emotividad del momento. Se respiraba un ambiente agradable, de familiaridad y ternura, no parecía como un encuentro entre colegas, sino más bien el reencuentro de un montón de hermanos que han pasado su infancia juntos, con sus buenos y malos momentos también, pero que nos transmitíamos unas licencias y emociones, que no acostumbras a sentir en otras circunstancias ni con otras personas.
Eso no significa que seamos más especiales ni diferentes a las demás personas, pero la sensación ha sido similar a un golpe de aire fresco en un momento de nuestras vidas, y que con la dosis adecuada nos gustaría poder mantener.
Nosotros nunca seremos esos niños que estuvieron en los Hogares del Auxilio Social, triste secuela de la postguerra franquista, ellos si se merecen un grandísimo respeto por todo lo que pasaron...
Nosotros somos simplemente los niños del Andersen Galdós (1971-1981).
Muchas gracias por brindarme vuestra compañía y la oportunidad de contaros esta historia.
Y no os olvidéis que para ver estas imágenes a un tamaño superior, podéis pulsar sobre cada imagen con el botón derecho del ratón, y seleccionar la opción "Abrir enlace en una pestaña nueva".
Pues allí es donde llevaban a los niños desamparados por los estragos de la Guerra Civil Española, bien porque se habían quedado sin parientes o porque los familiares no podían mantenerlos. Eran los huérfanos de "rojos" fusilados por aquellos que ahora les ofrecían techo y comida.
Paracuellos, es una de las obras más destacadas del historietista Carlos Giménez, y lo más significativo de estos relatos es que están basados en hechos reales.
Carlos Giménez nos recuerda una etapa de su vida, nos descubre su experiencia en aquellos años que el franquismo nos intentó ocultar. Explica la crueldad de aquellos curas e instructores, monjas, enfermeras y celadores, que preparaban con una severa y rígida disciplina a "los españoles del futuro".
El autor nos transmite esa frustración y mucha rabia, representada en los niños de estos Hogares del Auxilio Social, donde se refleja la añoranza, el hambre y la depresión, el sometimiento a maltratos y humillaciones, y ese instinto de supervivencia que desembocaba en frecuentes peleas y enfrentamientos.
Sin embargo, se reforzaban otros valores ya fuese por interés o amistad, pues algunos niños se protegían entre ellos fortaleciéndose unos invisibles lazos de compañerismo y hermandad.
Fue a mediados de los años 70, cuando un adulto Carlos Giménez empezó a hilvanar esas historias de Paracuellos. Material no le faltaba, pues tenía en su poder la documentación adecuada; cartas, fotos y recortes de periódicos que durante años había guardado... pero serían sus propios recuerdos, sumados a los de esos amigos y compañeros que habían convivido juntos, quienes nos dan un testimonio cruel de un país deshumanizado y corrupto.
Y es el que el proceso habitual, no iba más allá de una reunión con los antiguos colegas. Con la aportación de una simple grabadora, el café, las cervezas o los cubatas, y sin que falten unas almendritas. Poder disfrutar de un tapeo conversando entre amigos, dar rienda suelta a todas esas anécdotas de la niñez, esa charla desenfadada y tan característica de las personas, que han compartido una parte trascendental de la vida como es la infancia.
De pie: Suso Peña, Adolfo, Maroto, Victor De La Fuente y Luis Garcia. Sentados: Giménez y Pilar |
Permitirme un inciso, pues quería reflejar un vínculo con esta historia que os estoy contando, aunque sea por el mero hecho de coincidir mi infancia, con el período en que se empezó a producir la serie de Paracuellos.
Y es que los niños de mi generación, también sufrimos importantes sucesos en los años 70. Uno de los cambios más influyentes de nuestra época, lo vivimos con la Transición Española (el intento fallido de Golpe de Estado del 23F se quedó en un susto), también estoy seguro que muchos de nosotros, recordaremos esos días de luto por la muerte del dictador Franco. Y con la inocencia característica de nuestra tierna edad, lo más probable es que fuésemos de los primeros... en percibir algo positivo de semejante acontecimiento.
Como igual de positivo fue el reencuentro con mis compañeros de la escuela, ¡¡¡después de más de treinta años!!! Desconozco porque tardamos tanto tiempo en reunirnos, pero si creo que eso lo hizo más especial.
Muchos de nosotros apenas habíamos mantenido contacto después de tantos años, y sin embargo una vez superado el corte inicial, nos dejamos llevar por la emotividad del momento. Se respiraba un ambiente agradable, de familiaridad y ternura, no parecía como un encuentro entre colegas, sino más bien el reencuentro de un montón de hermanos que han pasado su infancia juntos, con sus buenos y malos momentos también, pero que nos transmitíamos unas licencias y emociones, que no acostumbras a sentir en otras circunstancias ni con otras personas.
Los compañeros del colegio |
Eso no significa que seamos más especiales ni diferentes a las demás personas, pero la sensación ha sido similar a un golpe de aire fresco en un momento de nuestras vidas, y que con la dosis adecuada nos gustaría poder mantener.
Nosotros nunca seremos esos niños que estuvieron en los Hogares del Auxilio Social, triste secuela de la postguerra franquista, ellos si se merecen un grandísimo respeto por todo lo que pasaron...
Nosotros somos simplemente los niños del Andersen Galdós (1971-1981).
Y no os olvidéis que para ver estas imágenes a un tamaño superior, podéis pulsar sobre cada imagen con el botón derecho del ratón, y seleccionar la opción "Abrir enlace en una pestaña nueva".
Veo que somos de la misma generación ;-)
ResponderEliminarLa vida nos va dejando recuerdos en nuestro camino, pero es indudable que hay etapas que no queremos olvidar.
ResponderEliminarUn saludo
Me ha gustado como has relacionado un hecho historico con la reunion de tus amigos, entretenida y curiosa, para personas con nostalgia. ¡Felicidades por vuestro reencuentro!
ResponderEliminarGracias Pedro..., Paracuellos tiene una influencia muy grande y tampoco podemos olvidar nuestra infancia.
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