Hace ya algún tiempo...un hombre
castigó a su pequeña hija de tres años, por desperdiciar un rollo de papel
dorado para envoltura.
El dinero le era escaso en esos días, por lo que explotó en furia cuando vio a la niña tratando de envolver una caja.
A la mañana siguiente, la niña regaló a su padre la caja envuelta y le dijo:
El dinero le era escaso en esos días, por lo que explotó en furia cuando vio a la niña tratando de envolver una caja.
A la mañana siguiente, la niña regaló a su padre la caja envuelta y le dijo:
-“Esto es para ti, papá”.
Él se sintió avergonzado, pero cuando abrió la caja y la encontró vacía, otra vez gritó con ira:
-“¿Acaso no sabes que cuando se le da un regalo a alguien se supone que tiene que haber algo dentro?”
La pequeña volteó hacia arriba el rostro y con lágrimas en los ojos dijo:
-“¡Oh, papá, no está vacía! Yo soplé un montón de besos dentro de esa caja y son todos para ti”.
El padre se sintió morir, rodeó con sus brazos el pequeño cuerpo de su hija y le suplicó que lo perdonara.
Dicen que el hombre guardó esa caja cerca de su cama durante años... y que siempre que se sentía derrumbado, tomaba de ella un beso y recordaba el amor que su hija había depositado ahí.
De alguna forma cada uno de nosotros, hemos recibido alguna caja llena de amor incondicional y de besos de nuestros hijos, amigos o familia...
Nadie poseerá jamás un propiedad más grande.
Esta historia está dedicada a mi hija Marta... que sabe cuanto la quiero.
Vengo dese Simpulso ¡Preciosa historia, me ha encantado! Gracias por compartirla.
ResponderEliminarGracias por tu opinion, he echado un vistazo a tu blog y tiene buena pinta...se lo enseñare a mi mujer tambien!
EliminarUn saludo
Bonita historia :)
ResponderEliminarsaludos